Preguntas y más preguntas

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CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en su campaña en busca del cargo nos prometió que transformaría a México. Lo hizo una y otra vez. Ofreció realizar, entre otras acciones:
Un puerto aéreo en Santa Lucía, en sustitución del actual y con abandono del iniciado por Enrique Peña Nieto; cambiar la estructura y organización de la Guardia Nacional; reformar a fondo al Poder Judicial Federal; crear la figura de los superdelegados en las entidades federativas; desaparecer el Seguro Popular y sustituirlo por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi); llevar a cabo una descentralización administrativa a fondo y enviar gran parte de las secretarías de Estado y entes paraestatales a las entidades federativas; la construcción del Tren Maya, la del ferrocarril en el Istmo de Tehuantepec y la refinería de Dos Bocas, en Tabasco; vender el avión presidencial; acabar con el huachicoleo; desaparecer al Estado Mayor Presidencial; suprimir las pensiones a los expresidentes de la República; fijar su residencia en Palacio Nacional; combatir a fondo la delincuencia; bajar los sueldos de los llamados servidores públicos y cumplir con lo mandado por el Artículo 127 constitucional; eliminar los gastos médicos mayores y jubilaciones exorbitantes de los servidores públicos; acabar con la corrupción; reforestar el país; acabar con los privilegios; combatir la defraudación fiscal; perseguir a los exservidores públicos corruptos; combatir y acabar con el influyentismo; crear fuentes de empleo para los mexicanos; eliminar los abusos en viajes, viáticos y gastos de representación de los servidores públicos. Prometió otras acciones.
Ya en el ejercicio del gobierno ha ofrecido construir 200 escuelas o facultades de medicina, la firma de un nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos de América y Canadá, meter a la cárcel a algunos exservidores públicos y personas que se creían influyentes, hacer realidad su carta moral, dar acogida y trabajo a los refugiados centroamericanos. Hay otras propuestas más.
Muchos vimos con desconfianza tantas promesas. En su momento critiqué, por inviable y peligrosa, la reforma a la Guardia Nacional y al Poder Judicial de la Federación. Otros han criticado todas sus propuestas.
No le creímos y muchos aún no le creen; supusimos que era una de las tantas promesas que hacen los políticos para ganar la simpatía y el voto de los ciudadanos. La vimos venir y no nos hicimos a un lado. Ahora, ya en el cargo, ha realizado y consumado entre otras, las siguientes acciones; algunas menores, si se quiere, como:
Desaparecer las pensiones a los expresidentes; el cambio de domicilio presidencial; reducción en parte de los sueldos de muchos servidores públicos, no de todos; bajar los gastos en viáticos y de representación; disminuir el huachicoleo; meter a la cárcel a funcionarios públicos y particulares acusándolos de corrupción; introducir y hacer realidad la figura de los superdelegados; transformar la Guardia Nacional; desaparecer al Estado Mayor Presidencial; reducir, no acabar, la corrupción; llevar a provincia algunas dependencias federales.
También, por esfuerzo propio o, por suerte, según algunos, hizo realidad algo mayor y no esperado: la firma de un nuevo tratado comercial con los Estados Unidos y Canadá.
Ha encontrado resistencia a todo. Desde el presidente Madero nadie había sido más criticado, cuestionado y objeto de burla que López Obrador, y eso que Peña Nieto no carecía de méritos para llevarse el primer lugar